¿Qué harías si te encontraras abandonada por tu marido, sin medios de ingresos y sin poder comunicarte porque no hablas el idioma? ¿Qué pasaría si la policía llegara a tu puerta y te quitara a tus cinco hijos de los brazos y no entendieras lo que está pasando?
Esto es lo que le pasó a Noelia. Cuando llegó a Agape, nueve meses antes le habían quitado a sus hijos. Había caído en un abismo de total angustia y desesperación. Decidió que lo único que le quedaba por hacer era quitarse la vida. Estaba más allá de cualquier esperanza de volver a tener o ver a sus hijos. El dolor era demasiado grande para soportarlo.
En Agape, su esperanza fue restaurada en Dios y en la humanidad. Ella estuvo asociada con dos voluntarios diferentes. Un voluntario la ayudó en su viaje de oración y sanación espiritual. El otro se convirtió en un defensor bilingüe en audiencias judiciales, reuniones del DHS y nombramientos legales.